Tercera base

CULTURA, DEPORTES

La pasión beisbolera en Xalapa

Juan Armenta López.

Encuclillado, el cátcher hacía señas con dos dedos de la mano derecha al pitcher calculando el nivel del juego y las posibles deficiencias del bateador. El pitcher pisó el plato de la loma, volteó con las manos en alto y la pelota en el guante a prevenir el robo de primera base a segunda. Volteó el pitcher hacia el home y lanzó la curva de adentro a gran velocidad. La pelota curveó, el bateador se quedó con el “bat” al hombro, y la pelota rajó por en medio la base del home al tiempo que al cátcher le sonaba la mascota por la entrada de la pelota. El ampáyer, careta y peto puestos, señaló y gritó con voz fuerte: ¡Strike three! El corredor que estaba en la primera base, hizo el intento de correr, pero regresó a la protección evitando irse a segunda base porque el cuadro estaba lleno, y no se movió el corredor de tercera. Ese juego de beisbol se daba en el Parque Colón, recién inaugurado en 1943. Esos terrenos, por aquellas fechas, sirvieron para muchas cosas. Pero fue el profesor Benjamín de la Rosa, mejor conocido como el Viejo de la Rosa, quien convocó a los diversos equipos de la Liga, y a la población, para consolidar la idea de que ahí se hiciera un campo de beisbol. Hubo un hecho histórico: en ese terreno se metieron unos paracaidistas, tratando de apropiárselo. Y el Viejo de la Rosa convocó a los seguidores del beisbol, obreros de San Bruno, obreros de las fábricas del dique, que se encargaban de chapear y cuidar el campo, y fueron ellos quienes sacaron a palos a los invasores. Miguel Martínez, de oficio albañil, fue quien dirigió la obra para la construcción de la barda perimetral. Francisco Navarrete, presidente municipal de Xalapa, apoyó con la construcción de las gradas. Por este suelo del campo han desfilado beisbolistas de renombre como el gran Beto Ávila y Américo Pérez que después jugaron en equipos internacionales. El “Bobo” Ortega, Héctor Pelayo Portilla, Godofredo Calles, Tito Cerdán Juárez, Cuauhtémoc Fili Durán, Vicente López Estrada , Rubén Darío Mendiola Solano y Alberto Sosa Hernández, con orgullo han pisado el pasto del Parque Colón. Sin orden, enlisto a beisbolistas así como a seguidores de las justas deportivas del beisbol en Xalapa: Beto, Ángel y Antonio Molina; Daniel Juárez, Gustavo Chato Bello, Honorio Morales, Crispín Colorado, Nacho Morales Altamirano; Manuel, Alfonso, Trinidad y Arturo Díaz Martínez; Andrés Chato Vázquez, los hermanos Garrido, Andrés Aguirre, Pancho Morris, Teodoro Pineda. Manuel Pineda, el “Niño”, muy querido por todos nosotros. Lupe Mendoza. Huberto Landa Ruano “Don Beto”, quien fuera la enciclopedia del beisbol en el barrio del Dique. Carlos Winfield Capitaine, Rolando el Flaco Rivera, Chalo Ruíz Lima. Personajes importantes ligados al beisbol xalapeño: Don Isaac, Francisco y Alfonso Segovia Altamirano; don Pepe Segovia Arredondo, Carlos Muñoz, Raúl Barradas, Jesús Vasconcelos, Manuel y Arturo Díaz, el “Loco Terán”, Adolfo Ramírez Peña, Raúl Arias Lobillo, Juan Álvarez Hernández. Roberto “Cacala” Blanco gran aficionado al beisból y reconocido futbolista profesional. Es imposible citar ligas y equipos por razones de espacio, solo diré que era la época de la hermosa zopilotera, de las tenerías donde hoy está la casa de artesanías. Era la época del buen tepache con el cheché, de los centros de “cultura” deportivos: El Strike, La Bohemia. Del escurrimiento de agua del río Carneros, de la compañía gringa de Luz y Fuerza, de los vestigios de la petrolera “El Águila”, del tren el Piojito que surcaba los montes de Xico y Teocelo, la época de las fábricas de hilados y tejidos, de movimientos

sociales arraigados por el agrarismo y las luchas de obreros por una vida mejor, época de los desechos de luna, de las bolas de lumbre cuando se peleaban los brujos por la carroña, de las calles empedradas, de las escuelas cantonales, del abrigo maquinoff, del Café de Chinos y del Quinto Sol, época de la luz de vela que espantaba en las oscuras noches en la calle de Roble. Al final del juego: en la derrota, se brindaba por el esfuerzo, en el triunfo se brindaba por la calidad de los jugadores. Tenemos casa llena, dos outs, bateador emergente, señas desesperadas del mánager indicando toque de bola, mirada fiera del shortstop, y la niebla bajando incesante. Xalapa fue así, cuna incomparable del buen beisból y de un semillero de talentos deportivos. ¡Y la pelota se va, se va, se va, se fue a la chingada!, esa era la voz de un locutor de la vieja radio que así ilustraba la pasión por el beisbol en Xalapa. Gracias Zazil. Doy fe.

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